VACIO REPLETO
Jose Manuel Ballester.
La Abstracción en la Realidad.
Alcalá 31.
Nuria Gil Gala
Como una demoledora de los muros impuestos entre la abstracción y la realidad llega José Manuel Ballester con la exposición Abstracción en la Realidad. La muestra nos habla de la dualidad existente en la condición humana. La abstracción y la realidad como conceptos coexistentes e indisolubles. La médula de la muestra y de su trayectoria fotográfica son los espacios arquitectónicos de los que afloran motivos abstractos.
A través del objetivo de Ballester cualquier lugar o rincón arquitectónico parece poder convertirse en una obra de arte en potencia. Pero no sólo una obra de arte por la belleza de sus formas, sino por su tremenda capacidad conmovedora. Esto no es algo para lo que cualquier mirada esté capacitada, sino la del artista premio Nacional de Fotografía 2010.
La arquitectura en ocasiones ha sido entendida como un arte puramente funcional, quizá frio o sin la chispa de vida que emana de las obras pictóricas. Sin embargo, a través de ella el artista ha conseguido extraer imágenes de una gran potencia emotiva. Como si de Marcel Duchamp eligiendo un urinario o una pala se tratara, el fotógrafo selecciona cada perspectiva aparentemente usual, elevándola al concepto de obra de arte, y con ello despierta en nosotros una nueva manera de mirar. Probablemente, de no haber sido por sus capturas, jamás nos habríamos parado a percibir tan minuciosamente las infinitas vistas que nos ofrece el mundo que nos rodea y que pueden encontrarse en cosas tan cotidianas como una escalera. Esta particular visión está sin duda influenciada por una extensa formación artística que ha sido ampliamente reconocida.
Todas las fotografías tienen como denominador común el espacio, la luz y el tiempo, conceptos fundamentales para el artista .Aun percibiendo ese hilo conductor que surca la exposición, cada uno de los cuadros me despierta un sensación y a medida que avanzo por los pasillos experimento un recorrido por diferentes fases anímicas, que nos conducen desde la euforia incontrolada de Pasillo de Color a la maraña de cavilaciones e interrogantes sobre uno mismo en Pabellón de España, pasando por la calma inalterable de Centro Cultural de Brasilia 1. Innegablemente este es el mayor mérito de su obra. Los cuadros quedan deliberadamente abiertos a la interpretación de cada persona. La abstracción en la realidad convierte sus cuadros en un lenguaje universal, accesible a cualquier público. A diferencia de otras creaciones coetáneas, los cuadros no necesitan explicaciones complementarias y rebuscadas, sino simplemente debemos abandonarnos a la placentera experiencia estética. Y es que como bien dice su autor, “la abstracción no tiene límites”.
Podría incluso hablar de una obra de arte total en términos de Wagner, pero de arte contemporáneo que integra fotografía, música y vídeo. Junto a la orgía de experiencias sensitivas se suma el espacio expositivo, que parece expresamente diseñado para la ocasión. Las obras que forman una retícula parecen tener su continuidad en el tratamiento de la bóveda y del suelo, así como la obra Interior casa Flavio de Carvalho 7 se expanden por las paredes y nos dan la oportunidad de adentrarnos en ellas más profundamente. Por supuesto, este plus viene acompañado del trabajo de la comisaria Lorena Martínez de Corral a la que el artista ha reconocido su esfuerzo por ultimar a la perfección la muestra.
De modo que a pesar de la ausencia total de figuras humanas en las obras, de construcciones casi diáfanas o espacios aparentemente vacíos, las obras rebosan de un halo capaz de raptarnos y recluirnos en su espacio. Como dice el artista “el vacío no es la nada, es una manera de rellenar en otra dimensión”.
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