viernes, 14 de octubre de 2011

Espacios neutros

Espacios neutros


José Manuel Ballester (Madrid, 1960) inaugura exposición en la sala Alcalá 31, con el título de: “La abstracción en la realidad”.

El artista, que ha sido ganador del premio nacional de fotografía 2010, nos presenta una serie de fotografías de arquitecturas, además de un audiovisual.

En sus retratos de arquitecturas, no veremos grandes edificios en su vertiente monumental, pues no es la arquitectura como tal el centro de la temática expositiva.

Se trata más bien del papel que juega el espacio, entendido como arquitectura de exterior e interior, y como en el confluyen los personajes apenas abocetados de sus fotografías, que o no aparecen, o son sólo representados como barridos fotográficos.

Esta búsqueda del vacío, por supuesto no es casual, y en el ideario del artista, se trata de un vacio que contiene dos cualidades de la soledad: la que podríamos llamar como soledad buscada, y la soledad indeseada.

La soledad buscada, o el encuentro con uno mismo como reflexión del aquí y ahora, necesita del vacío. Un espacio en que habitan figuras no encaja con esta idea, si bien tampoco es incompatible, pero nos proyectamos mejor, ante una soledad de espacios finitos que juegan con la infinitud.

En contrapartida, la soledad indeseada, como la proyección de la angustia que sentimos por el paso del tiempo, y la fragilidad del humano, patente en el marco arquitectónico de lo retratado.

Es por esta dualidad, que sus espacios vacios son neutros. Dependerá de nuestro estado emocional, de lo que nos sugieran las obras, para que identifiquemos esa soledad como aspecto negativo, o como aspecto positivo o necesario.

Porque en sí estos espacios no producen en nosotros sentimientos dramáticos.

Es cierto que encontraremos fotografías de gran belleza visual, muy estéticas, y que no necesitan explicaciones, porque su propia belleza las legitimíza; pero también es verdad que otras no llamarán nuestra atención, y es ahí donde nuestro estado emocional arbitrará el juicio de valor que le demos a la fotografía.

Podrán inspirarnos estos dos tipos de soledades, o un sentimiento de satisfacción al contemplar imágenes cargadas de belleza, pero también pueden dejarnos un tanto indiferentes.

Porque no todas las imágenes son bellas, independientemente de la realidad subjetiva de la belleza. Al menos debemos reconocer que muchas de las fotografías expuestas no han conseguido emocionarnos.

Puede que el carácter democrático de las cámaras de fotografía, haya hecho que pensemos que nosotros también podemos ser artistas, por haber realizado alguna fotografía estéticamente hermosa, y no se nos haya ocurrido pensar que tal vez ha sido casualidad que hayamos captado la belleza de ese instante.

Puede que tengamos esas dotes artísticas o no, pero desde luego a un fotógrafo reconocido no dejamos ese espacio de duda al respecto. Si es fotógrafo, pensamos, tiene que retratar cosas que resulten bellas y llenas de sensibilidad, independientemente del tema retratado.

Y es aquí cuando entra en nuestra cabeza la idea de: “Sí lo puedo hacer yo, y no soy fotógrafo, es que no es arte”.

Pero debemos ser justos. Independientemente de que hayan surgido estas ideas en nuestra cabeza, hay que reconocer el saber hacer de Ballester, pues consigue emocionarnos en bastantes de sus fotografías sin que aparezca en ellas nada que nos sobresalte, o inquiete, sólo jugando con la belleza de las formas, y de las líneas. Del vacío y de la neutralidad que sugiere un espacio, cuando no se ha explotado el recurso de lo dramático.


Sara Ruano Rodríguez.

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