sábado, 22 de octubre de 2011

En el espacio de la abstracción

La abstracción en la realidad
Artista: José Manuel Ballester
Lugar: Sala de Exposiciones Alcalá 31 – c/ Alcalá 31, Madrid
Fechas: 8 de septiembre – 20 de noviembre 2011


por Ana Alonso Castellano


La sala Alcalá 31 presenta la obra reciente de José Manuel Ballester (1960), pintor y fotógrafo madrileño galardonado recientemente con el Premio Nacional de Fotografía 2010 y el Premio de Fotografía de la Comunidad de Madrid en 2008.
Bajo el título “La abstracción en la realidad”, un total de cincuenta fotografías de obras arquitectónicas internacionales y una proyección audiovisual componen la muestra con la fascinación por la arquitectura como hilo conductor. El ojo de José Manuel Ballester busca el equilibrio compositivo sirviéndose de las formas geométricas que generan la arquitectura, la luz y las sombras que estos dos elementos proyectan. No busca documentar ni describir el espacio arquitectónico sino que se sirve de él y reproduce a través de encuadres sinceros, puntos de vista sencillos y diferentes escalas la sensación de atemporalidad y sobrecogimiento ante la grandiosidad de la arquitectura.
El título de la muestra es en si mismo una clarísima declaración de intenciones de lo que el artista ha querido transmitir a través de sus fotografías, una síntesis entre lo figurativo y lo abstracto; lo que existe y lo que vemos; lo que vemos y lo que sentimos… La arquitectura pierde el protagonismo en favor de las formas, la luz y el vacío.
Sin duda, uno de los grandes aciertos de la exposición es su ubicación en el emblemático edificio de Antonio Palacios, concebido en origen como sede del Banco Mercantil e Industrial y convertido en 2002 en sala de exposiciones de la Comunidad de Madrid. La sensación, sobre todo desde el piso superior, desde donde se contempla el patio cubierto por la majestuosa bóveda de pavés una vez que se ha recorrido ya buena parte de la colección de fotografías de Ballester, es la de haber atravesado el papel y habernos sumergido en uno de los espacios fotografiados por el artista. De esta manera la propia sala se convierte en parte activa de la exposición, entendiendo ésta como experiencia estética global.
Cabe mencionar el papel desempeñado por Lorena Martínez de Corral como comisaria de la exposición, que ha aplicado criterios singulares a la hora de ordenar las obras, todas ellas asociadas al mundo de la cultura. Puntos de vista semejantes o elementos concretos como pasillos infinitos, puertas o escaleras son suficiente para poner en relación imágenes aparentemente inconexas y aportar una visión algo más enriquecedora de lo que puede ofrecer el manido discurso cronológico. En este sentido, es un alivio identificar de manera directa en la exposición el trabajo del comisario que en tantas ocasiones se nos antoja un ente invisible cuyo nombre aparece en el catálogo, váyase a saber por qué.
Si bien Ballester demuestra destreza en sus fotografías, no se puede decir lo mismo de su propuesta videoartística; un anexo innecesario y totalmente prescindible que lejos de aportar un nuevo punto de vista o completar el ofrecido por las fotografías, sólo puede ofrecer el agradable acompañamiento musical del Aria de Handel para la ópera Alcina a la contemplación del resto de la exposición.

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