martes, 18 de octubre de 2011

UN SHOCK PARA LA IGNORANTE DAMA DE CRISTAL

MAJA BAJEVIC
TO BE CONTINUED
Palacio de Cristal del Parque del Retiro (MNCARS)

Continuará fue el proyecto que presentó Maja Bajevic recientemente y por vez primera en España. Es una de las artistas contemporáneas más comprometidas con las problemáticas sociopolíticas actuales y, su obra, como en este caso, siempre se caracteriza por la denuncia y la reflexión. Para comprender realmente el sentido de sus trabajos es importante tenerlo muy presente, Bajevic subraya la complejidad y las consecuencias de los conflictos que trastocan de un modo traumático al individuo y, asimismo, denuncia la injusticia, la desigualdad y la hipocresía que se manifiestan en nuestra sociedad.

En este sentido, las reflexiones que nos propone la artista francobosnia en el Palacio de Cristal del parque del Retiro – el espacio en el que se desarrolló la exposición-, giran en torno a una serie de acontecimientos concretos y especialmente decisivos de los últimos cien años. Ciento cincuenta eslóganes políticos y económicos manifiestan los mismos y se suponen, expresión directa de aquellos hechos. Pero en realidad, al presentar tantos lemas juntos, Bajevic se propone hacernos ver la el sentido fugaz y tremendamente cambiante de los mismos y, con ello, el consiguiente carácter extremadamente variable, incierto, de la Historia. Como ella misma afirma, la verdad cambia muy rápido en tan sólo una década y, con esta selección de eslóganes hace evidente que no existe tal verdad, sino que lo que existe es un cambio continuo, un proceso en movimiento, vivo y de enorme contrariedad. En cambio, pese a no haber una verdad, sino una continua inestabilidad, se construye tal verdad, o mejor, se construyen distintas verdades llegando a un total absurdo. Estas ideas se materializan de un modo sobresaliente en los propios mecanismos de su obra y no tanto en ella misma y, por ello, es la instalación/performance el mejor campo por medio del cual las desarrolla. Todo mecanismo va a ser también fugaz, va a cambiar rápidamente o va a estar en un momento de cambio. Así, la exposición alcanza un muy interesante grado de fugacidad.

Efectivamente, el factor “cambio” es la clave dentro de la exposición en la cual, el papel forzosamente activo del espectador también la define, es decir, Bajevic nos introduce en su obra buscando que cada uno cree su línea de pensamiento a partir de las estimulaciones artísticas y hondamente reflexivas planteadas. En primer lugar, el público se enfrentaba a los ciento cincuenta eslóganes, todos ellos recogidos en un archivo, único elemento de carácter inmóvil y permanente. Sin embargo, como ya se ha señalado, en el modo de presentarlos radica el germen de la reflexión. Todos juntos, comentados e ilustrados plantean una impactante desorientación. A su vez, estos eslóganes resonaban en la mente del espectador; Nedim Zlatar se encargó de la parte sonora de la instalación que consistía en una composición formada por distintas melodías con los diferentes eslóganes. Cantantes profesionales junto a otros que no lo eran interpretaban a capella estos lemas y, de nuevo, despojados totalmente de su contexto y además organizados siguiendo un juego de niños, parecían perder su mensaje, su verdad y subrayar los tan rápidos y alocados vaivenes de la Historia.

El cambio también se evidenciaba en la misma instalación cuyo principal rasgo era estar formada por andamios de obras. Así es, tenía la presencia de estar “en obras”, esto es, de estar en una transición. Pero lo más interesante, como señaló la propia artista, es que realmente no se sabe si estamos ante una construcción o una deconstrucción, es el mismo sentido que se da a los eslóganes. El elemento más representativo de la instalación era una enorme estructura de hormigón rodeada por andamios presentada como Monumento. Una base, un pedestal, pero ninguna estatua reinando sobre él. El monumento se torna como antimonumento porque no hay verdad, es el cambio el que domina la Historia y somos nosotros los que la construimos. Por eso, tras subir por los andamios y acceder al podio, evidenciamos las construcciones ante el constante cambio rápido, personificamos a nuestras estatuas. Dos opciones había para continuar, darse la vuelta y bajar por donde subimos o tirarnos por un tobogán. El carácter otra vez lúdico y poético no suaviza el tema y, desde allí arriba uno se siente especialmente incómodo, con la sensación de estar en medio. El Monumento también contaba con cinco pantallas en su base en las que se proyectaba Wende, proyecto del 2010 basado en la representación de cinco determinantes momentos de cambio protagonizados por grandes grupos de gente. El título es un término empleado para referirse a uno de los más destacados, la caída del Muro de Berlín, y su significado no puede ser más revelador; giro, vuelta, cambio. Simples movimientos simbolizan grandes transformaciones que separaron o unieron a las masas.

El trabajo culminaba en los días de performance. Desde otro andamio, se ensuciaban los ventanales del Palacio con polvo y se escribían algunos de los lemas en ellos. Además, una cantante de ópera, desde lo alto del podio, entonaba los lemas. Cuando el Palacio cerraba sus puertas y la oscuridad lo invadía, los eslóganes seguían proyectados en él por medio de máquinas de vapor insistiendo en el carácter fugaz de la reflexión que se plantea y tan palmaria en todos los mecanismos de la exposición.

Y, ¿cómo no va despertar a la “Bella Durmiente”? Así calificó Bajevic al Palacio de Cristal, elemento en total contraposición a las ideas planteadas ya que, durante todo el centenario nada a ella le ha afectado, nada de lo ocurrido le ha llegado. Totalmente estática y ajena, ahora ha conocido en su propia piel algunos de los más determinantes cambios del último siglo. Más bien, se presenta como la principal protagonista para la que se ha ideado toda la obra y, seguro, la que mejor puede advertir y comprender el mensaje de la artista. El cambio es la constante de la Historia y, al enfrentarnos a ella, la desorientación y la consiguiente desesperada construcción que de ella hacemos, parece ser la nuestra.

Sara Zambrana Sánchez

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