lunes, 31 de octubre de 2011

EL DISPARATE DEL CAOS

Con una cita de Enrique Bunbury, apasionante desde mi ojo atento, de su oda “En los brazos de la fiebre”, me gustaría expresar la idiosincrasia de la exposición de Alighiero Boetti (1940-1994). La cita en cuestión vendría a ser “El disparate del caos, me derrotó con palabras de alabanza”, un caos algo disparatado que inunda quince salas del MNCARS, y que nos embriaga de alguna manera en sus palabras con/sin sentido alguno. El sin sentido, el carácter azaroso, los múltiples hilos que abrasan la vista por su intenso tornasol; una espiral zigzagueante hacia un todo/nada infinito, que pueden hacer y hacen incomprensible el carácter del polifacético autor.

Boetti defiende bien su postura de hombre-idea que cree en la resolución como idea principal de la carne de su proyecto, quitando hierro a todo el proceso de elaboración en sus propias manos; vendría a decir que sí son importantes las manos creadoras de sus esbozos mentales, pero aún más el concepto punto de partida desde el que se trabaja. Ciertamente, la idea es el primer paso fundamental a la hora de crear algo, pero tan importante como este origen nivel uno, lo son el resto de grados en descendente (la manipulación de esa idea y materializarla). Esta es la causa por la cual fundamentalmente desde mi humilde punto de vista este autor, o ésta exposición de “su ideario” no cala en nuestras vísceras.

Otro punto flaco de esta muestra de autor rebelde y poco convencional, sería la distribución de sus obras un tanto (y volviendo a la cita “Bunburiana”) anárquica, hay y no hay relación, cien obras que hacen retrospectiva de una idea lineal, de un ente sólido en sus principios técnica-arte, que enciende una vela más en todo lo que viene siendo el arte contemporáneo. Y aquí está la cuestión, el arte contemporáneo, el dilema universal, es tan sumamente libre, sin reglas y que rompe tan brutalmente con todo lo anterior (como rompieron las vanguardias con el academicismo), que es un lenguaje muchas veces camuflado e ignorado, inclusive a ojos y manos y a todas las extremidades de los entendidos en la vorágine contemporánea.

Aprecio mucho, o demasiado quizá la expresión “azar”, y por ello puede “salvarse” la cadena de montaje expuesta; “azar” en lo referente a la técnica del empleado y su qué hacer (que no es azarosa su elección: sexo femenino- masculino, en los “labori biro”, boli papel, papel boli, mujer y hombre, hombre y mujer). Planisferios a todo color, aviones sin rumbo, letras por doquier, bolígrafo, hilo, tela, madera, luz, mariposa, números, horas, fechas, ¿obsesión por el tiempo?¿por el sin sentido del alfabeto? Que del cirílico no hay rastro…¿El sin sentido del sinsentido? Convence y no convence. Povera, en materiales e ideas, si desde luego que sí, conceptual, también, en su esencia. Compendio de juego-ocio, literal-abstracto, orden-desorden.

Vean y juzguen, no juzguen y vean. Rozo el limbo, pues mi postura no es muy clara, aprecio y no desprecio pero no termina de llenar. Igual es la magia del propósito último, no saber, arañar el caos, y comprenderlo, por muy disparatado que sea, y he ahí la alabanza para con nosotros mismos. Interpretemos de una forma libre las “felici coincidenze”, que Boetti tenía tan presentes en su teatro, descifremos la dualidad. “Come as you are, as you were” dijo un sabio e insignificante ente grunge.


GRETA GARZARÁN MEDIAVILLA

ALIGHIERO BOETTI
“ESTRATÉGIA DE JUEGO”
MNCARS

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