viernes, 14 de octubre de 2011

Yo poleo con la gente que es buena

Planteemos esto desde una óptica de dualidades tan habitual en nuestra tradición mental, la del humano claro. Lo que normalmente denominamos occidente y su tradición filosófica tiene unas cuantas, algunas se complementan, otras se muerdan y otras que se yo, asustan. Inolvidables historias aquellas que nos hablan de lo bello y lo sublime, lo crudo y lo cocido, lo fresco y lo podrido, el punctum y el studium… Todas revelan algo, esta Bartehsaniada última demasiado, pero desde luego aquí encontramos un dualismo muy evidente, el video y las fotografías.

Con el video no nos queda otra que acordarnos de Greenberg cuando está enfadado. Dada lo formalista que es la exposición y lo sublimes que pretenden ser las imágenes, en general lo logran, tenemos que completarlas con este video de autentica excepción. Si Hablamos de Greenberg, tenemos que pensar sobre todo en su famoso artículo donde definía el Kitsch como esos artefactos que imitaban el buen gusto para el consumo masivo en su artículo Avant-garde and Kitsch, pero de todo esto lo único que me interesa es el título, no el artículo, solo el título. Sobre todo para darle la vuelta y suprimir la conjunción copulativa. Entonces nos queda Kitsch Avant-Garde, vamos, una horterada de vanguardia. El video, con un montaje propio de un becario de cadena local, logra que sea imposible curarnos de espantos con cualquiera de las imágenes de la exposición. Ese video nos traslada de lleno a un viaje espiritual que nos lleva a lugares tan recónditos como los pasillos plagados de vitrex del ferrocarril metropolitano de Madrid, donde el logotipo no queda en un segundo lugar, imagino que haciendo un enorme guiño a la helvética médium, símbolo incuestionable de las tipografías de la posmodernidad. La obra de Händel acompaña, aportando todo el patetismo necesario, pero le resta la comicidad necesaria que le hubiese aportado algún éxito mainstream interpretado por Il Divo, eso sí que hubiera sido una verdadera experiencia estética.

Creo que no me pude recuperar de la excitante experiencia de observar aquella superlativa obra audiovisual, tanto que eclipsó el resto de imágenes repartidas por aquellos asépticos espacios. Las imágenes también lo eran, limpias como ellas solas. A un hipster obsesionado con el grano grueso y los planos medios y cortos le podría producir urticaria la limpieza de las imágenes y no, no es una valoración negativa, tampoco es que me entusiasmen, esto lo llevo viendo desde hace mucho tiempo y bueno, la verdad es que efectivo, no solo en fotografía, sino en también en otros formatos; Friederich, Mark Rothko, Walter de Maria, Bill Viola... Desde luego las fotografías de la exposición y el enorme formato de las mismas, amén de solo aparecer retratadas arquitecturas buscando la sensación de grandeza. Crean una sensación de espiritualidad, de la tan manida meditación tan vista y revista que en ocasiones busca que deglutamos un digestivo y delicioso bocadillo de cristales, desde luego si es así, caeré en la trampa. El autor invita a un bocadillo de cristales, el perfecto y Kitsch bocata de cristales que tan decorativo queda encima de un televisor de una casa cualquiera.

Sobre La Abstracción en la Realidad de José Manuel Ballester.


Chancleta Mágica .

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