sábado, 29 de octubre de 2011

Carta de un escéptico artístico

Maja Bajević Continuará”.

Del 27 de mayo al 3 de octubre de 2011

Palacio de Cristal, Parque del Retiro.

“Cuando uno se acerca actualmente a una exposición de arte contemporáneo, realmente lo hace temiendo lo peor. Si ya, como en este caso, recibe el nombre de performance, el sentimiento de estar perdiendo miserablemente el tiempo tiende a infinito. Por ello, al menos es una buena idea para atraer a incautos situar estas obras en un precioso entorno como en este caso. Buena elección para empezar.

Dicho todo esto, dejando el envoltorio a un lado y concentrándose en la propia obra, esta performance, “Categoría-Azar”, sorprende de verdad. Crítica feroz al funcionamiento de la política a lo largo de la historia, de cómo la forma ha dejado muy atrás al fondo, de cómo el valor de la propaganda está por encima del de las ideas.

Una soprano nos deleita y embelesa- nos atonta - con su extraordinaria voz entonando eslóganes de los últimos cien años. Artimaña atemporal, que nos recuerda con tristeza cómo, actualmente, la parte más importante de un partido político es su gabinete de comunicación. A través de ellos se pretende y, generalmente, se consigue engatusar y hacer comulgar con ruedas de molino a una sociedad lanar, monocorde, monótona, gris y aburrida. No importa lo que dices sino cómo lo haces. Las mismas consignas son coreadas en la letanía, por voces masculinas y femeninas, en una grabación que se hace eco a través del espacio expositivo. Consignas tales como “Mejor muerto que rojo”, “Las armas no matan gente, la gente mata gente” o “No más sangre por petróleo”, que además se presentan en un archivo -único registro tangible de las consignas- de forma que puedan ser consultadas.

Profundizando en esta idea, cinco personas escriben y borran continuamente esas consignas sobre cristales sucios recordándonos, quizá, aquello de si no le gustan mis principios, tengo otros. Cada consigna en solitario se presenta como la única verdad posible, pero agrupándolas y abarcando todo un siglo, ponen de manifiesto que la verdad es efímera, cambia radicalmente, ya no sólo de una década a otra, sino incluso más deprisa. Los ídolos de hoy, mañana tienen pies de barro.

El montaje y el desmontaje del andamio, cada vez en un sitio diferente, forma parte de la performance. Éste y los eslóganes garabateados sobre los ventanales, que al final de cada sesión quedan a medio limpiar, permanecen en el Palacio como “artefactos” que evidencian la misma.

Cada noche, después de las horas de apertura del museo, una máquina generadora de vapor produce una nube de niebla en la que se proyectan los mismos eslóganes, haciéndose visibles desde el exterior del Palacio. El vapor está en movimiento y se desvanece recorriendo un siglo de vida política y cambios. Esto se contrapone con el propio Palacio de Cristal, que Bajević ha querido integrar con su propia obra: la “Bella Durmiente”, como ella misma lo ha bautizado, “una dama que durante décadas ha permanecido ajena a los sucesos que acontecían a su alrededor”.

Todo esto nos conduce al monumento sin estatua. Dirigentes políticos de tan bajo nivel que no merece la pena ser recordados. Un monumento rodeado de andamios, elementos que lo colocan en un tiempo indefinido, haciendo dudar de si está siendo construido o desmontado y que sirven para reforzar la idea de que no sólo la identidad, sino la historia misma, es un tipo de construcción. Sobre él, cinco pantallas donde se puede ver de forma continua una serie de vídeos que reciben el título de Wende, palabra alemana que significa "giro", "vuelta", y que se usó por primera vez para describir la caída del Muro de Berlín. Los vídeos proyectan escenas de caminantes que, en un momento dado y todos a la vez, dan un giro. Con ellos, Bajević quiere representar también como el pueblo está en continuo cambio, como la masa que hoy se expresa de una determinada forma, mañana puede usar otra radicalmente opuesta. Todo esto entronca directamente con la época de profundos cambios que está sufriendo el panorama político mundial. Regímenes que parecían inmortales desvaneciéndose, uno detrás de otro, como castillos de naipes.

Finalmente, el público tiene la posibilidad de subir al podio de este antimonumento y tirarse por un gigantesco tobogán colocado en el centro de la instalación. Esto viene a reforzar la idea central de toda la exposición: todo cambia, todo fluye, incluso nosotros mismos… “Continuará”.”

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