miércoles, 19 de octubre de 2011

MAJA BAJEVIC. TO BE CONTINUED... EL CAMBIO CONTINUO

Iñigo González-Adalid Alcalá Galiano



MAJA BAJEVIC. TO BE CONTINUED... EL CAMBIO CONTINUO


La artista serbia Maja Bajevic, expone por primera vez en solitario en nuestro país. Su primera exposición organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía se celebra el Palacio de Cristal, edificio de singular belleza que supone un reto para cualquier exposición, no solo por las expectaciones creadas debido a la belleza de su entorno, también por alejarse mucho del concepto de cubo blanco al que los artistas están normalmente acostumbrados.

La exposición recorre los últimos cien años de historia política y económica, desde 1911 hasta 2011, planteando una interesante reflexión sobre el cambio continuo, el devenir de la historia, buscando lo efímero y relacionándolo con la incapacidad de las fuerzas políticas de mantenerse fieles a los eslóganes que anuncian como si fueran la única verdad potencial.

Maja Bajevic plasma en la exposición su característico estilo que ya se daría a conocer internacionalmente con su proyecto woman at work. En Madrid configura una creación a partir de unos cien eslóganes políticos y económicos de los últimos cien años, los cuales clasificará según diversos criterios, desde fecha, contenido o incluso azar. Estos eslóganes los presenta proyectados sobre vapor en movimiento. Además se escuchan en una instalación sonora entonados a capella por diversos cantantes. Con ello la artista pretende rastrear e ilustrar los cambios en la temperatura social o a lo largo del últimos siglo, las transiciones de la izquierda a la derecha, de lo político a lo económico, del entusiasmo a resignación... y así volviendo de nuevo en un círculo que parece estar en continuo movimiento

ºTambién utiliza medios audiovisuales con grandes pantallas que proyectan videos creados por la artista, bajo en nombre de wende término que en alemán significa giro y que está estrechamente vinculado con la caída del muro de Berlín. Esto junto al monumento inexistente, del cual solo se muestra la base, la artista sigue reflexionando sobre el continuo cambio de los hechos históricos, de los nombres que ocupan el poder o del estado anímico de las sociedades, que a pesar de adoptar diferentes formas y colores siempre parecen llevar a lo mismo.

Todo este contenido simbólico y poético está presentado por unos criterios estéticos que nos recuerdan al vaporoso gris de la Revolución Industrial, momento histórico determinante en la configuración del mundo como hoy lo conocemos. Las impresionantes cristaleras del palacio parecen sucias, y es sobre ese polvo donde se escriben los eslóganes políticos y económicos que a la vez son cantados en forma de opera.

Todo ello parece aludir a una sociedad gris y alineada, fácilmente manejada y controlable a la que tristemente pertenecemos. La artista parece invitarnos a alejarnos de esa alineación, mediante una toma de conciencia que analizando únicamente cien años de historia nos ayuda a comprender donde estamos y hacia donde nos dirigimos. No contentándose con palabras, la artista pretende llevarnos a la acción mediante el tobogán del pedestal, donde no hay escusas para no saltar al cambio y alejarnos de la alineación social.


Quizás lo menos acertado de esta exposición se su adaptación al espacio arquitectónico en el que se encuentra. Sin embargo la artista si consigue mostrar claramente un mensaje, algo que desea decir al mundo en 2011, con el que se puede estar más o menos de acuerdo, pero que manifiesta claramente desde un punto de vista sutil y poético la repercusión de los hechos políticos y económicos en la sociedad y sobretodo en la vida cotidiana y la necesidad y dificultad de ponerse en el lugar del otro, nublados por una falta de empatía brutal como consecuencia de un mundo poblado de ciegos protagonistas cuyas historias e intereses se entrecruzan diariamente.

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