lunes, 17 de octubre de 2011

AMA, AMA Y ENSANCHA EL ALMA

Si en alguna ocasión hemos intentado llegar a ese “yo” interno, y no hemos palpado ni un ápice de su existencia, tenemos una pequeña posibilidad de atacar a nuestra faceta más visceral, frente a la ortodoxia de las fotografías de José Manuel Ballester. Metros y más metros cuadrados de pureza visual que pone a prueba nuestra propia sensibilidad, aparte de ponernos los pelos de punta. Estrategia genuina, la simplificación más absoluta en carne viva, manejo absoluto de los efectos luz/sombra y vacío/inmensidad que despliega a lo largo de su propuesta; identidad propia más que innegable, recordando a los grandes de la Bauhauss; la pura abstracción se convierte en una realidad autónoma, y viceversa; la realidad muta en abstracción.

Espacios engañosamente vacíos, y digo engañosamente; estamos ante una realidad aparentemente vacía pero repleta. Y más que eso, todas las fotografías son detalles de una unidad, pero que realmente han abofeteado al espectador (me incluyo desde luego), abriendo el ojo, la mente y el alma propios, y dando un peculiar sentido a la excepción.


Dejemos la anarquía de la realidad a un lado para centrarnos en la linealidad de lo abstracto, de la interioridad más virgen a la que pocos atinan, y no patinan (en el intento); y amémonos como individuo único individual/colectivo.

No hay elementos, solo mezcolanza de color y vacío solitario, y no solitario a la vez. Ballester, juega permanentemente con un cóncavo-convexo del yo (lo reitero) del tu “yo” y de su “yo”. Reflexionemos, si, reflexionemos una y otra vez, con una provocadora ópera de Haendel, que desborda los espacios arquitectónicos propuestos como época y lugar de búsqueda. Espacios arquitectónicos, en los que ha sabido encontrar el virtuosismo de la sobriedad y lo abrumador. Emplea un lenguaje visual “término medio”, un laudatorio a su propio “yo”.

Lo trascendental, lo contemplativo y lo intemporal, empapan las cincuenta fotografías, aludiendo en cierto modo (a mi ojo) a artistas como Donald Judd (obseso del espacio/ realidad).El color indiscutiblemente está ordenado de una manera libre, a impulsos de la inspiración, recordándonos en muchas de las fotografías a los que dieron sentido al lenguaje neoplasticista como P.Mondrian. Opta por conmovernos con volúmenes simples, colores más bien planos, y se muestra indiferente a todo alineamiento.

Auténtica pasión del ojo desnudo, realmente así lo percibimos, estableciendo un teatro visual, en el que las obras serían los actores que hablan entre ellas, diálogos huracanados, que parece que no dicen nada pero realmente se están arrancando los pulmones: desgarrador. Trabajo (del artista)/espacio, es el hilo de ese diálogo. Pero como músculo vital de la exposición encontramos una obra videográfica en el centro de la sala, que ofrece una serie de imágenes en movimiento, vistas a través del “yo” interno del artista y la ópera Ah!mio Cor de Haendel para implicarnos aún más con nosotros mismos. Como lo ve; como se ve, el destape y la visión subjetiva de un hombre que ha sabido perturbar a más de un espectador.

De nuevo lo estático se convierte en eterno, no hay tiempo, no hay percepción, solo espacios vacíos y llenos de nosotros. Efectivamente, “La abstracción en la realidad” es un proceso introspectivo que, nos arrastra al laberinto del “yo” mediante la contemplación estética abstracta, a través de una lucha de opuestos (realidad(figuración)/abstracción) que complementan, y chocan a la vez entre lo presente y el constante movimiento, sin un resultado absoluto. Ballester experimenta con los espacios, transformando la identidad de éstos, y construyendo así una nueva forma de narrar. Amén a sus fotografías, amén a su propósito, amén al nuestro; y como dice el artista a propósito de su exposición “El vacío es una manera de rellenar en otra dimensión”.



GRETA GARZARÁN MEDIAVILLA

JOSÉ MANUEL BALLESTER
“LA ABSTRACCIÓN EN LA REALIDAD”
SALA ALCALÁ 31

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