lunes, 31 de octubre de 2011

Maja Bajevic en el Palacio de Cristal

En este magnífico espacio se levanta todo un escenario histórico ambientado con aire de guerrilla revolucionaria, maquinaria, carteles y andamios sacados de todo un contexto soviético.
Un bloque a modo de bunker rodeado de unos andamios que conforman todo un ambiente de guerrilla por los cuales a cada paso nuestro parecen querer desmontarse hundiéndose debajo de nuestros pies, con una gran inestabilidad como la que se mantiene en una revolución, donde cada uno de esos pasos a pesar de hacerse con seguridad no te confirman el camino a seguir.
Incrustados en este bunker los videos sobre las performance nos hablan claro del papel que tomaron las personas en distintas luchas, y podemos ver como todo un pueblo es capaz de moverse y luchar por unas ideas, nos hablan de nuestro tiempo, de nuestro pasado, de nuestra historia. Y al final de este recorrido nos queda la decisión de dar la vuelta atravesando de nuevo todo ese andamiaje a medio derruir o tirarnos por un tobogán, que algunos lo encontraran incomodo y otros una forma de liberarse, de disfrutar y ser, de cierta forma, partícipe de esta obra.
El bunker se transforma en un podio, cuando una cantante tenor corona la cima, el momento queda protagonizado por ella y por los eslóganes que entona, todos la miran desde abajo. Como un pedestal sobre el que se apoyan las estatuas de la Antigüedad o como una plataforma donde es ella la única escuchada y parece recordar aquellas figuras del pasado que hablaban a todo un pueblo y revolucionaron el mundo con sus mensajes, es el momento que más se acerca a todo ese sentido de movimiento, lucha y revolución. Y a pesar de que los mensajes no han sido los mismos, han ido cambiando, otros sin embargo vuelven a utilizarse para otra causa pero con el mismo sentido que aquella otra revolución fue y que ha quedado olvidada, incluso su lucha puede ser la misma.
Pero sí hay que hablar de ello porque cómo bien dice Machado, “¿quién sabe lo que ha pasado?”, hay que refrescar la memoria de lo que ha sido porque a través del conocimiento de nuestra historia podemos entender el presente, incluso lo que puede llegar. La instalación, el vídeo, la performance, el sonido, el texto, todo esta aunado en un mismo lugar, se compaginan para poder mostrarnos el mundo que fue.
Tratar estos temas de revolución esta a la orden del día, todos los artistas lo toman y lo ponen al servicio de las artes , temas que ya tienen una considerable fuerza de atracción, hablan de nuestra historia que sensibiliza de súbito con el espectador, cuestiones que nunca pasan de moda y que mantienen la muestra en una alta perceptibilidad.
La voz del pueblo parece querer ser escuchada constantemente demandando todos aquellos abusos de poder, sean sociales, políticos, económicos. Los intereses del pueblo son los que deberían pesar, criticas que hay que escuchar, como los mensajes dados por un altavoz a nuestro paso por la exhibición y que consiguen que resuenen como un eco repetitivo dentro de nuestras cabezas grabándonos así la idea del disconformismo social del mismo modo que lo hace el canto de la tenor y los eslóganes escritos en las paredes de cristal del Palacio que se borran y escriben de nuevo de forma reiterativa, es la idea de un ciclo insistente en la historia, que vuelve a cobrar vida una y otra vez. Reinvindicaciones atemporales que cobran sentido para nosotros, las voces reclaman lo que el pueblo más ansía, ser escuchado.

María Rodriguez Rubio

No hay comentarios:

Publicar un comentario