viernes, 21 de octubre de 2011

De terrores, vértigos y otras consideraciones históricas

Maja Bajevic, Continuará

Palacio de Cristal (MNCARS), Parque del Retiro

26 de Mayo- 3 de Octubre

Mª Ángeles Rodríguez Sánchez


Curiosa al menos la aportación de esta artista proveniente de la llamada Europa del Este. Es sin duda una de las más destacables exposiciones en la que el espectador, lejos de ser un ente contemplativo, construye su propia obra partiendo de los criterios que nos propone aquí Bajevic. Y es que esta exposición es a priori una especie de tobogán para todas las edades en el que durante el ascenso vamos viendo videos cuyo enlace es el proceso del cambio en la sociedad del siglo XX, es decir, la Revolución Rusa, los Fascismos españoles y alemán, Mayo del 68 y la Caída del muro para acabar con las revueltas de la Primavera árabe. Sin embargo, un hecho significativo de los vídeos es que todos nos muestran a las mismas personas en los diferentes contextos. Es la idea de la masa como protagonista de la historia contemporánea, de la sociedad como promotora de los acontecimientos que se han sucediendo. Ya no nos apuntamos los tantos históricos de manera individual sino que lo hacemos de forma colectiva, y lo seguiremos haciendo. Aquí el título es muy significativo puesto que nos indica el continuo avance de esta sociedad a la que todos pertenecemos ¡y menudo avance estamos intentando con las movilizaciones sociales que han tenido lugar desde el famoso 15-M!

No obstante hay una forma de liberarse de estas situaciones y lo ejemplifica perfectamente con la bajada de la plataforma. Posiblemente el hecho de haber realizado una bajada convencional y cómoda volviendo sobre mis pasos en lugar el trauma que me supuso tirarme por aquel tobogán enorme, mis elucubraciones sobre la exposición hubiera sido bien distinta. Y digo trauma porque padezco de un vértigo atroz y todo lo que sea enfrentarme a cierta altura me ocasiona grandes inseguridades internas. Aquí es justo donde considero que la exposición alcanza su punto álgido ya que es el punto en el que cada uno de los visitantes se enfrenta de distinta manera a este hecho. Durante mi larga tesitura sobre si me tiraba o no vi todo tipo de expresiones y sensaciones en la gente que por allí pasaba: estaban los dubitativos, los que volvían hacia atrás, los emocionados por tirarse, los que se acababan tirando un poco a regañadientes, personas mayores, niños, jóvenes... muy variopintos todos ellos. Aquello me llevó a pensar en qué era lo que llevaba a algunos a aventurarse y a otros no. A simple vista es un tobogán bastante convencional, entonces ¿quién no se ha tirado alguna vez por un tobogán? Es algo que está en la memoria de todos y cada uno de nosotros, una reminiscencia de nuestra infancia, algo aparentemente inofensivo pero que luego puede acabar sacando a la luz toda clase de recuerdos. Pero no solo eso, sino que cada uno decide si enfrentarse a eso o no y finalmente te puede dejar un buen sabor de boca, o no. Finalmente decidí dejar el miedo a un lado y me precipité por la plataforma. La sensación de adrenalina e incertidumbre hizo una fuerte mella en mí y al ver que no pasaba nada me acabé por tranquilizar acordándome de cuánto me gustaban los toboganes.

La conclusión que saco de todo esto es que pueden ocurrir cosas al intentar el cambio, ¡somos nosotros los que construimos el mundo y tenemos que tener constancia de ello!. Hay que “tirarse a la piscina” porque sino la propia sociedad se convierte en un elemento más que permanece inerte y controlado. ¿Podemos seguir permitiendo todo lo que está ocurriendo actualmente?

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