domingo, 30 de octubre de 2011

LO ESTÁTICO Y LO ETERNO

LO ESTÁTICO Y ETERNO

José Manuel Ballester hace que la arquitectura de nuestros días sea eterna gracias a sus espectaculares fotografías. La abstracción en la realidad es una exposición que incluye medio centenar de sus obras fotográficas realizadas en los últimos años.

La fotografía de Ballester retrata vistas de museos y otros edificios mediante perspectivas y juegos de luz de corte pictórico. Hay una síntesis entre fotografía y pintura, entendidos ambos como medios de expresión y como modos de ver. La exposición reúne fotografías de diverso formato que recrean la visión personal del artista respecto a los lugares que aparecen fotografiados. Utiliza los grandes formatos y las panorámicas para representar algunos espacios con grandiosidad y amplitud, y el pequeño formato para dar paso a la intimidad.

La arquitectura muestra tanto lugares reconocibles en los que retrata “psicológicamente”sus fachadas, como los recovecos en los que, jugando con la luz y el dominio del espacio, recrea espacios imposibles que se acercan más a la abstracción que a la realidad. Una realidad que no se pierde sólo en el espacio, sino que también lo hace en el tiempo, ya que convierte el instante en eterno. Esta es una cualidad que consideramos intrínseca de la fotografía, pero que normalmente nos planteamos cuando contemplamos una fotografía en la que aparecen acciones figuradas, es por eso que me parece magistral que, contemplando una fotografía de un objeto estático como es un edificio, se plantee la cuestión del tiempo, del instante, de la perdurabilidad. En estas obras la figuración humana no es física o tangible, sino que está implícita en los espacios, ya que los edificios han sido construidos por personas, y son ellas las que lo habitan y confeccionan sus espacios y funciones.

Además al no introducir personas en estas fotografías juega con la participación del espectador, pues es éste el que tiene que interpretar y disfrutar de estos espacios vacíos. Como él afirma en una entrevista “el vacío llena mucho”, y cada uno puede comprender ese vacío de manera positiva o negativa. Ese vacío y quietud se ven acrecentados por la amplitud y luminosidad de las dos plantas de la Sala Alcalá 31, que dota a la exposición de una experiencia sensorial acompañada por la música que proviene del material audiovisual que también forma parte de la obra del artista.

En mi caso la experiencia fue muy positiva, no sólo por la degustación de la perfección técnica de los encuadres, composiciones, simetrías, efectos ópticos, etc., sino por esa quietud, que suele resultar al ver paisajes lejanos, ajenos a la vida diaria. La calma que tan difícil es experimentar en nuestros días, la sensación de sosiego frente a la vida frenética de nuestra ciudad, es una sensación que generalmente no me produce el contemplar en directo los edificios contemporáneos. Normalmente en ellos no para de entrar y salir gente, y tú tampoco paras para contemplar la belleza de sus formas, ves su función, compruebas que se cumple y sigues caminando.

Captar el paso del tiempo y retratar un instante para eternizarlo ha sido tarea de artistas desde el principio de los tiempos. Ballester muestra lugares vacíos, apagados y desolados, son lo que queda cuando el tiempo pasa. Cuando todo ha desaparecido y los hombres ya no están, su solitaria presencia hace palpable la destrucción del tiempo. Como escribía Proust, sólo nos damos cuenta de las cosas y los seres que nos rodean y que vemos diariamente, sin reparar en ellos ni darles importancia, cuando se han ido. El tiempo, que acaba con las cosas para siempre, paradójicamente, nos las expone, las revela y nos las hace sentir por vez primera.

LA ABSTRACCIÓN EN LA REALIDAD

Sala de Exposiciones Alcalá 31

Sara Rodas de Lama

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