domingo, 9 de octubre de 2011

LA UTOPÍA DE LA CULTURA

La exposición del asturiano Avelino Sala en la Galería Raquel Ponce “BlockHouse. Sobre la construcción de un espacio de resistencia en tiempos de indolencia” abre un diálogo con el espectador sobre el papel de la cultura como arma fundamental para combatir el vacío existencial en el que se encuentra la sociedad actual. Con los libros como componente primordial de su instalación, Sala crea una trinchera cultural desde la que debemos resistir y hacer frente al sentimiento de crisis generalizado en el que estamos inmersos.

Cuando se entra en la galería la trinchera aparece frente a nosotros, como si fuéramos el enemigo del que hay que protegerse. Esto, en realidad, podría ser así, ya que es el ser humano el que ha provocado la crisis económica, social y de valores en la que nos encontramos. Pero Sala también da la opción de cambiar de bando: la trinchera se puede rodear y podemos colocarnos en el otro lado, depende de nosotros. El autor nos anima a tomar partido, a posicionarnos, a reaccionar de una vez por todas ante esta situación desesperada en la que se halla la sociedad actual. El problema es que usa la cultura, cómo no, como el referente en el que tenemos que apoyarnos para poder luchar contra todo esto… ¡Otra vez la utopía de la cultura como dios salvador! Si hoy en día estamos viviendo una época de grandes manifestaciones y movilizaciones ciudadanas es sólo por razones económicas, no ideológicas. La gente no se mueve de su sofá hasta que no le tocan el bolsillo. En cuanto a la idea de la cultura como respuesta, podría ser una solución bastante viable en los tiempos que corren, porque hay una amplia gama de posibilidades gratuitas de ocio cultural, pero las bibliotecas y salas de exposiciones siguen vacías. La gente, que a falta de dinero no puede pasarse todo el día en el bar, prefiere quedarse en su casa viendo partidos de fútbol o programas de corazón, incluso ir al parque a comer pipas. Todo menos ir a un museo o leer un libro.

Me parece muy loable la intención de Sala de querer transmitirnos el uso de la cultura como arma contra la indolencia actual, aunque en mi opinión peca un poco de idealista. Él mismo intenta reflejar en su obra la inferioridad de condiciones en la que se encuentra la cultura: una pila de libros sobre la que se encarama un diminuto Sala (en realidad es un amigo suyo) frente a las enormes representaciones de los antidisturbios (en referencia al conflicto de la Naval de Gijón, punto de partida de la exposición). El saber frente a la violencia. Los libros frente a las armas. Él mismo es consciente, con la escala que utiliza, de que hoy por hoy es una lucha casi perdida. A la sociedad española aún le queda mucho por recorrer. Tendrán que pasar todavía muchos años para que a la gente le resulte más fácil reconocer a García Márquez que a Cristiano Ronaldo y para que la gran ilusión de la mayor parte de los jóvenes (y no tan jóvenes) de este país no sea entrar en Gran Hermano. De hecho yo no albergo ninguna esperanza de que esto vaya a ocurrir, por eso, al margen de la idealización cultural de la exposición de Sala, se agradece que hoy en día haya gente que aún crea que un cambio social es posible y que no tenga miedo de plasmar esto de forma pública, incluso corriendo el riesgo de que lo tachen de idealista o romántico.

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