miércoles, 12 de octubre de 2011

EL ARTE DE VER LO INVISIBLE

¿Qué son cuatro paredes? ¿Qué pueden llegar a significar? Al lanzar estas preguntas a las arquitecturas retratadas por José Manuel Ballester, el eco parece respondernos: “mucho más que eso, mucho más que cuatro paredes, significan lo que contienen”. La exposición La abstracción en la realidad recoge los cinco últimos años de trabajo del artista madrileño José Manuel Ballester, con motivo del Premio Nacional de Fotografía con el que fue galardonado en 2010.

Este medio centenar de fotografías prácticamente inéditas, entre las que predominan los formatos grandes, narra una búsqueda por diversas ciudades, por diversos continentes: la de un lugar inmerso en la realidad que en un momento dado revele algo más, invisible hasta entonces. El resultado es una serie de espacios arquitectónicos cuya estática, y aparentemente vacía, atmósfera se desvela como íntima ante la visión del fotógrafo.

Ballester rompe con la concepción de la fotografía arquitectónica como amante de la objetividad. En estas instantáneas, al cuidado en captar la luz, el color, la geometría y la perspectiva y en retratar la pureza de las formas, se une la creación de texturas y atmósferas altamente líricas, que interrogan a los sentidos del espectador, que les hacen ver “algo más” que el espacio. Esto refleja una identidad propia del artista frente a otros ejemplos de este género. La presencia en estos “sí lugares”, como los ha llamado Francisco Carpio, de un momento que permanece, al tiempo que acaba de pasar, crea una sugestión en el espectador. La atención y el estudio que se intuyen como necesarias en las imágenes para crear esas perspectivas y esas atmósferas de silencio, de presencia latente o recién extinguida, hacen aflorar la formación y la experiencia pictórica del artista, para él cual ambos, la fotografía y la pintura, tienen muchos lazos comunes como lenguaje. Esta vinculación con el arte también queda reflejada en el protagonismo que varios espacios museísticos tienen en su obra, a los cuales desnuda de sus piezas para que veamos en ellos aquello que no vemos normalmente, algo también presente en sótanos o lugares en construcción. Así, Ballester no retrata cuatro paredes, sino que se vale de ellas para crear una visión personal e íntima, de aquello invisible que contienen y que se revela en un momento de abstracción dentro de la realidad.

La muestra se completa con la obra, distinta a las demás, titulada ‘Ah! Mio cor’, una pieza videográfica hasta la que el espectador es conducido a través del sonido de una ópera y de unas cortinas, lo que da sentido a la descripción por parte de la comisaria Lorena Martínez de los espacios de Ballester como “escenarios para el día del estreno”. En este audiovisual el artista reflexiona, a través de imágenes que mezclan la vida urbana, el fuego y el color, entre otros, sobre el abandono y los conceptos de abstracción y realidad, “inseparables” para él.

La configuración de la exposición posee reminiscencias de las muñecas rusas, esa idea del espacio dentro del espacio, puesto que los lugares retratados en las fotografías son contenidos en un espacio como es el de la propia sala. Éste está marcado por el ideal expositivo del cubo blanco, por la diafanidad, la pulcritud y la luminosidad, a las que se imprime carácter con la ornamentación del techo y sus lámparas. Así, la experiencia del espectador aúna los lugares, y sus momentos, inmortalizados por Ballester, junto con la vivencia de la propia sala que le envuelve.

La muestra es una ventana a un modo distinto de mirar, de ver la realidad y aquellos espacios y tiempos en los que se desarrolla, de percibir aquello que se nos escapa a menos que haga acto de presencia, y tengamos tiempo para ello, la abstracción.

La abstracción en la realidad, de José Manuel Ballester.

Sala Alcalá 31, Madrid.

Por Sandra Gómez Todó

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