JOSÉ MANUEL BALLESTER
LA ABSTRACCIÓN EN LA REALIDAD
Sala de Exposiciones Alcalá 31
El visionario arquitecto francés, Étienne-Louis Boullée defendía la supremacía de la arquitectura entre las demás artes por ser, según él, el único arte capaz de manipular la naturaleza. Por otra parte, se ha hablado del parangón entre pintura y fotografía, Walter Benjamin citando a Camille Recht decía en su Pequeña historia de la fotografía «El violinista debe por de pronto producir el sonido, tiene que buscarlo, encontrarlo con la rapidez del rayo; el pianista pulsa una tecla: el sonido resulta. […] el dibujo y la coloración del pintor corresponden a la producción del sonido del violinista; como el pianista, el fotógrafo tiene delante una maquinaria sometida a leyes limitadoras que ni con mucho se imponen con la misma coacción al violinista». Ambas defensas se ven quebradas en la obra de José Manuel Ballester y en su exposición La abstracción de la realidad.
Contrariando a Boullée, Ballester modifica la naturaleza arquitectónica con la fotografía, uno se pone frente a sus obras y en muchas ocasiones se enfrenta a una adivinanza, ya que no reconocemos a simple vista qué es aquello que nos muestra. Sus fotografías suelen destacar la parte y no el todo y están cargadas de subjetividad sensorial. Al igual que para los Becher, destaca el interés por el anonimato tanto del edificio como de su autor y quizás comparte algo de la creación de tipologías, ya que hay una serie de motivos y lugares que se repiten en su obra. Sin embargo, se diferencia de ellos en su manera de enfrentarse a la construcción, ya que carece del estilo documental archivístico y objetivo, que como señala Anna María Guasch, caracteriza a los Becher.
Por otra parte, rebatiendo a Recht tenemos que tener en cuenta que si hay algo por lo que destaca la producción de Ballester es la pintura y fotografía de arquitectura que, aunque el artista haya cultivado otros géneros, éste, sin embargo, ha sido su culminación. Aún cambiando de medio, el artista ha seguido una continuidad, realizando obras de igual calidad o incluso, me atrevería a decir, superior en la fotografía, algo que le ha llevado a alcanzar fama internacional y a ganar el Premio de Fotografía de la Comunidad de Madrid en 2008 y el Premio Nacional de fotografía 2010. En esta exposición también incluye un video que sigue la línea de las fotografías expuestas, a las que aporta una maravillosa ambientación musical.
El artista reconoció que al pintar se obsesiona por no perder el referente de la realidad, que intenta ser objetivo, pero cuando la técnica le ofrece una reproducción exacta de lo que ve, intenta huir de esa objetividad. Como Joaquín Bérchez, otro fotógrafo de arquitectura, en La piedra de la vida (2003) crea imágenes nuevas partiendo de una arquitectura. Así como en aquella maravillosa exposición, Monet y la abstracción (2010) era frecuente observar como el espectador miraba el cuadro, tratando de adivinar y finalmente buscaba ansioso el título para constatar que era aquello que veían, en esta exposición muchas personas se preguntaban cuál era el edificio representado. Por lo que se plantea un dilema, un nuevo “parangón” entre fotografía y arquitectura. Con las fotografías de arquitectura nos podríamos preguntar: ¿quién es el artista, el arquitecto o el fotógrafo? y ¿cuál es la obra de arte, la fotografía en sí misma o la arquitectura a la que se fotografía? La obra de Ballester pone de manifiesto las reflexiones sobre la ambivalencia de la fotografía de Susan Sontag, el objeto de su práctica no es tanto la propia realidad sino la representación fotográfica de esa realidad y es ahí, precisamente, donde radica su magia: distorsiona la luz y el espacio de la realidad para elevarla hacia límites atemporales. Esta subjetividad es la que provoca que sus fotografías nos trasmitan distintas sensaciones a cada persona como él mismo señaló.
Gemma Cobo Delgado
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