LA OBSESIÓN DE UNIFICAR O EL VACÍO DE LA INMENSIDAD.
José Manuel Ballester (Madrid, 1960), Premio Nacional de Fotografía 2010, presenta en la Sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid La abstracción en la realidad, una exposición que incluye 50 obras de los últimos años de su trabajo.
Se trata de evocar unos espacios, en muchas ocasiones de difícil reconocimiento, a los que da un cambio, una nueva visión en la que nosotros, los espectadores, jugamos un papel primordial, el de la imaginación, y es aquí donde empieza el juego propuesto por José Manuel Ballester, comienza el juego de las dualidades.
El juego de las dualidades lo inicia con el nombre de la exposición, la abstracción en la realidad: la abstracción entendida como una nueva realidad, distinta a lo natural y al otro lado la realidad, lo natural.
Encontramos otra dualidad entre la fotografía y la pintura, hemos estudiado que la historia de la fotografía comenzó en el año 1839 con la patente de una máquina que inmediatamente fue considerada la competidora de la pintura. Por tanto, hallamos dos lenguajes rivales, los lenguajes fotográficos y pictóricos, convertidos, ambos, en el sello distintivo del artista, haciendo un único lenguaje, son palabras de Ballester: “no hay fronteras, los límites son mentales”. Es su lenguaje, da lo mismo si más fotográfico que pictórico o mas pictórico que fotográfico, lo importante es que es un instrumento, es el medio que le permite expresarse.
Y aún hay más dualidades, abstracto/figurativo; primera definición del arte abstracto: lo opuesto al arte figurativo, el arte abstracto remite a lo más esencial del arte, reducido a sus aspectos cromáticos, formales y estructurales, es una nueva realidad distinta a la realidad. En mi opinión, las obras expuestas son pura geometría abstracta pero que crea una figuración directa e indirecta: directa en el momento que nos vemos reflejados en esos espacios así como indirecta, “con la presencia del ser humano a través de las huellas que deja, a través de la arquitectura como testimonio, como la elaboración de un mundo artificial que ha diseñado alguien para una utilidad”, palabras del propio artista recogidas en un video donde presenta la exposición.
Especial importancia juega la arquitectura en la carrera del artista, aquí representada en diferentes tamaños en eterno diálogo el uno con el otro. Las formas más grandes, con un formato alargado dan grandiosidad frente a las más pequeñas que son más discretas y personales y tratan de dar intimidad al espectador, las piezas de tonos grises y blancos dan sensación de vacío, atemporalidad (creo que en gran deuda con la Escuela de Düsseldorf: con el matrimonio Becher) De cualquier modo, el nexo común de todas, la arquitectura.
El eje de la muestra, palabras del artista, es un video en el que cuenta como las personas tenemos que lidiar con nuestro yo más íntimo y con el personaje que interpretamos en la sociedad, con la Aria, Ah! Mio Cor, de la ópera Alcina de Händel que cuenta el drama de una reina abandonada. En mi humilde opinión no sería el eje central de la exposición pues la coherencia que encontramos en la distribución de las obras crea el diálogo y las obras se reafirman por sí mismas con un mismo denominador común, el espacio, la luz y el tiempo que dejan seducir a la arquitectura, a los museos, … en incesante conexión unos con otros.
José Manuel Ballester. La abstracción en la realidad. Sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid.
Bea Carbajo
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