martes, 11 de octubre de 2011

LA DESNUDEZ DE LA LÍNEA

    La línea, elemento esencial del diseño que está en la base de tantas disciplinas (las artísticas y las que no lo son), no puede encontrarse más desnuda que en este momento en que la huella del minimal invade gran parte del caudal visual que recibimos cotidianamente. A muchos esto nos gusta, nos sentimos rápidamente identificados. El problema es precisamente la pérdida de identidad entre el tumulto. Las líneas extraidas de la arquitectura y sublimadas por Ballester, no tienen la personalidad de quien las firma, sino de todos los que entendemos los volúmenes como el resultado de las aristas que los delimitan, de los que percibimos la realidad como un dibujo escultórico.
    Pero a pesar de este detalle "impersonal" la muestra, celebrada con motivo de la concesión del Premio de Fotografia de la Comunidad de Madrid 2008 a José Manuel Ballester, no puede obviar el sustrato de su obra anterior en el campo de la pintura hiperrealista, que le lleva a explotar al máximo las posibilidades de la fotografía (óptica, papeles, gran formato etc), expandiendo la profundidad de campo tanto que nos permite disfrutar de un vistazo de detalles que no podríamos admirar a simple vista. En ese momento, Ballester golpea al espectador con su propia imaginación, ya que la falta de referencias humanas o de otro tipo le hace darse cuenta de que está especulando sobre aquello que parecía tener todo dicho, y que está encontrando las referencias en su propio repertorio visual de edificaciones modernas (salvo en aquellos casos en que se conozcan las arquitecturas representadas), que en definitiva a aceptado tácitamente la propuesta del título de la muestra de abstraer la realidad.

    El recurso especular, tan utilizado a lo largo de la historia del arte, es tratado de forma magistral por Ballester en algunas de sus fotografías en las que parece consentir a la luz que tome parte en la configuración de los espacios, siendo sus únicas habitantes ella y su antagonista y consecuencia inmediata, la sombra, que se ve no sólo proyectada sino también reflejada sobre los acabados satinados en los que traza su obligado dibujo.

    Otra referencia al diseño sería la elección de una gama muy próxima al blanco y negro como tonalidad dominante, que integra los motivos elegidos con la arquitectura que les acoje. Son pocas las obras a color, entre las que encontramos un sorprendente video en el que un aria maravillosa es sacudida por imágenes que asoman entre ventanas rojas y de las que lo más tranquilizador es el fuego, que finalmente reduce mediante cenizas todo de nuevo al blanco y negro. El video, de aspecto descuidado sorprende ante la gran calidad técnica del resto de la muestra.

    Siempre habrá quien piense, en atención a los trabajos anteriores de Ballester, que la muerte de la pintura naturalista y en particular de la hiperrealista,estaba anunciada desde la aparición de la fotografía. Creo que hay que señalar que la mayoría de los pintores hiperrealistas se valen de fotografías como parte del proceso creativo. Esto no resta valor a la fotografía como producto final, y simplemente debe entenderse como una elección en el contexto de libertad del que los artistas disfrutan hoy en día. La misma libertad que permite utilizar la arquitectura como simple motivo de la fotografía, y entender la fotografía como una forma de dibujar la abstracción de los recorridos y viajes de este fotógrafo.
María Verónica Rodríguez Cañete

Artista: José Manuel Ballester
Título: "La abstracción de la realidad"
Comisaria: Lorena Martínez de Corral
Sala: Alcalá 31 (Del 8 de septiembre al 20 de Noviembre)

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