martes, 15 de noviembre de 2011

El vizconde demediado


Estrategia de juego
Alighiero Boetti
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

El Museo Reina Sofía presenta la mayor retrospectiva hasta el momento dedicada al artista Alighiero Boetti (Turín 1940 – Roma 1994). La muestra, coproducida por la Tate Modern de Londres y el MoMA de Nueva York, reúne más de un centenar de piezas de este artista italiano. Abarca desde sus obras cercanas al arte povera, movimiento al que estuvo vinculado en sus inicios y del que pronto se desmarcó, hasta los trabajos textiles que se convirtieron en seña de identidad al final de su carrera. Aunque se percibe el sustrato del arte povera en toda su obra, Boetti desarrolló un repertorio conceptual más amplio donde el azar, la dualidad, la dimensión temporal y la revisión del concepto tradicional de autoría desempeñan un papel fundamental. Se trata de un autor poliédrico que escapa a las etiquetas -no en vano Manuel Borja-Villel, director del Museo, advierte que el visitante tiene la sensación de encontrarse ante una obra colectiva más que ante la sucesión de piezas de un mismo artista-.

El acertadísimo título de la exposición, Estrategia de juego, subraya dos ideas fundamentales de la obra de Boetti: la idea de azar y la de estrategia, entendida como plan, como concepto. Podemos hablar de un arte conceptual, en un sentido muy amplio, donde vemos el alcance de las ideas de Sol Lewitt, a quien Boetti leyó y con quien mantuvo incluso una amistad. En un intento de superación del objeto artístico tradicional, la importancia se traslada del objeto a la idea. Se hace evidente aquí la alargada sombra de la influencia de Duchamp. Al trasladar la importancia artística al acto de la ideación se está cuestionando inevitablemente el concepto tradicional de autoría. En muchas ocasiones no era Boetti el que realizaba los trabajos: recurría a bordadores, diseñadores gráficos, artesanos, aficionados, incluso a niños. En su serie Viajes postales, una serie de cartas que enviaba a amigos utilizando direcciones inventadas, explora el sistema postal como medio de producción creativa. En su serie de mapamundis la realización del bordado es obra de artesanas afganas; en opinión del artista turinés su no participación en el proceso material convertía estos mapas en obras de arte perfectas.

Otra de las constantes de su obra relacionada con la idea de autoría es la idea de dualidad, el desdoblamiento de la identidad. Esta idea de la alteridad nos remite una vez más a Duchamp y a su alter ego, Rrose Sélavy. En 1968 empezó a firmar como Alighiero e Boetti; como el vizconde Medardo de Italo Calvino (autor que también había pertenecido a ese ambiente de efervescencia cultural que se dio en Turín en la segunda mitad de los sesenta), Alighiero y Boetti eran dos personas distintas. Para subrayar esta idea realizó ese mismo año el autorretrato Gemelli.

El azar y los juegos de todo tipo son un rasgo constante en la obra de Boetti, poniéndola en relación con el neodadaísmo y, de nuevo, con Duchamp. Tableros de ajedrez o de damas, criptologías, rompecabezas, libros de juegos y juegos de naturaleza lingüística abundan entre su vocabulario artístico. Hay un deseo de jugar con las cosas, con el orden que reina en ellas, con las reglas del juego. Esas cosas en Boetti son palabras, números, letras del alfabeto… Juega a desordenarlo todo y ese juego es una reflexión sobre cómo los seres humanos elaboramos el sentido a través de las construcciones conceptuales. Su juego es un juego semiótico; se trata de reprender y de reinventar el mundo, habiendo algo de deleite infantil en todo ello.

Precisamente una de las cosas con las que juega es la dimensión temporal. Son numerosas las obras de la exposición en las que juega con calendarios o relojes, construcciones conceptuales a través de las cuales intentamos ordenar el tiempo, ese tiempo que «es lo único mágico», lo que subyace a todo. En este afán por jugar con el tiempo y el destino llegó a especular con la fecha de su propia muerte, aunque ésta finalmente ocurrió de forma prematura mucho antes de lo que había previsto.


Carmen Esteve Sevila

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