lunes, 7 de noviembre de 2011

El mundo onírico y la fotografía de Ballester

La representación del vacío

Últimamente Madrid se llena de artistas creadores que dan a las galerías, salas y museos de la ciudad una nueva visión del arte contemporáneo muy innovadora y a su vez creativa. Así que en la Sala Alcalá 31 tiene lugar la exposición fotográfica de José Manuel Ballester, quien nos presenta su último trabajo, La abstracción de la realidad. Parece que el fotógrafo ha encontrado la salida de escape de la fotografía, librándole el máximo leguaje artístico el cual se ha visto anulando, muchas veces, por el realismo que caracteriza la técnica des de los años del daguerrotipo.

La exposición consta de un recopilatorio de imágenes tomadas por el artista durante estos últimos años; arquitecturas de todo el mundo llenan las paredes de la sala. Son habitaciones interiores, rampas y escaleras de ciudades como Sao Paulo, París, Shanghái, Berlín, Brasilia o Nueva York las cuales, con su escenografía urbana, han atraído la mirada del fotógrafo madrileño. Por fin, pues, nos captiva la viva imagen de la realidad sin la necesidad del uso del mensaje fotoperiodístico, del cual ya empezábamos a estar hartos. Ballester nos da la oportunidad de ir más allá, de imaginar; en definitiva de sentir y emocionarse des de un gusto estético y así demostrarnos que lo que él hace es verdadero arte, y que como el arte es pasión, la fotografía también lo puede ser.

Lo onírico nos llega través de las formas y colores de las arquitecturas retratadas que, afectadas por el juego de luces y sombras transmiten al espectador el instante fotografiado, la captación de la fugacidad del tiempo y lo que eso conlleva; una cierta atemporalidad. Así nos damos cuenta de la importancia de la luz en la fotografía ya que es precisamente la luz la que nos permite ver esas formas y también las diferentes texturas y colores de los materiales de construcción retratados.

Una vez visitada la exposición de José Manuel Ballester nos deberíamos preguntar si el arte abstracto ha llegado a la fotografía, o es la fotografía la que se ha convertido en arte abstracto. La verdad, no sabría decirlo, y la duda yace en cuestiones cronológicas y a su vez históricoartísticas. La utilización de los colores planos y el tratamiento de las formas geométricas de las arquitecturas nos remiten directamente a una obra de estas características, rozando un surrealismo real.

Casi siempre son interiores y sin rastro de la figura humana. Seguramente eso ayuda al artista ha conseguir cierta abstracción artística; el no haber nada, el poder jugar con las formas geométricas y darles nuevas posibilidades a las arquitecturas asentadas, da a la obra de Ballester la expresividad del arte a veces tan anhelada. Además no hay ningún estorbo para la observación completa de la imagen, así que la arquitectura y su materia es lo más importante, es la representación del vacío.

Las fotografías de José Manuel Ballester reclaman ser impresas en gran formato, para realzar su carácter imponente frente al espectador; grandes formatos para grandes escenografías; son grandes telones de fondo; son vacíos elegantes en el cruce de la línea espacio-tiempo. de las cuales percibimos el punto de enfoque que Ballester nos ha querido mostrar, pero como espectadores sabemos que el marco continua, que hay un más allá real. Así el espectador acaba formando parte de las arquitecturas.

Lena Solà Nogué

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