Avelino Sala, natural de Asturias, testigo cercano de los conflictos que ocurrieron en Gijón hace ya algunos años, nos acerca a Madrid, en la Galería Raquel Ponce, aquellas batallas ocurridas entre los trabajadores de los astilleros y los antidisturbios en el Norte de España debido a los despidos masivos representados en su obra “BlockHouse”.
Se trata de una obra crítica, con una fuerte vertiente social que perfectamente podría adaptarse a los acontecimientos actuales ocurridos en toda la Península con el movimiento 15-M. Es una obra que pretende alzar la voz de esos encapuchados, representados en aquella pequeña figura de aspecto underground que crece notablemente apoyándose sobre una pila de libros lacados en color negro. Estamos ante una obra simbólica, de protesta, en la que el ciudadano de a pie aparece ante un grupo de policías a los que se va a enfrentar con la ayuda de esas fuentes de conocimiento sobre las que la figurilla se reafirma. Encontramos también en la sala, un conjunto de no menos que 500 libros, a modo de barricada, los cuales, también pueden ser leídos y, tras ellos, se ve un Sapere Aude; en una caligrafía al más puro estilo del misterioso Bansky. Esta frase es una expresión latina que podríamos traducir por “ten el valor de usar tu propia razón”. Y es que esta barrera literaria cual barricada de neumáticos ardiendo es la que protege simbólicamente de la tropelía que abraza, y es justo eso lo que Avelino Sala quiere hacer llegar al público. Un arte que refleje la política y la historia, impregnado de un espíritu de conocimiento y sabiduría; como arma contra la manipulación y la injusticia que nos brinda la crisis actual, un panorama no tan artístico en el que ese fatídico 5 millones acompaña a la palabra parado.
Es interesante el uso de las acuarelas en las que Avelino Sala representa esas grúas que cubrían los cielos de Gijón, de esos rostros urbanos cubiertos por capuchas, o ese tirachinas, tan infantil y canalla, o la imagen del periódico El País, cuanto menos inquietante, la cual me ha hecho preguntarme el por qué de su presencia.
Tirachinas, grúas industriales, jóvenes encapuchados…Todo ello en contraposición a la delicadeza de la acuarela y lo académico del latín. Es también destacable, la disposición de la barricada literaria que coloca al espectador en un primer momento como el enemigo; los visitantes han de interactuar con la pieza para interpretar los diferentes papeles.
Sin embargo, aún estando de acuerdo con Avelino Sala en que la cultura siempre ha sido enemiga del poder y amiga del pensamiento crítico e individual no me parece para nada adecuado el método usado a la hora de expresar el mensaje. Botes de spray con sus correspondientes graffittis, personajes encapuchados… Todo ello símbolos de tono violento y tenso que perfectamente pueden ser identificados con el término vandalismo. Un modo de exigir las cosas que se puede asemejar al modus operandi de los opresores. El tema de los libros, en referencia a los neumáticos que sirven de protección a los manifestantes, puede situar a los volúmenes en una posición de impureza que sirve como escudo para recibir los golpes que los antidisturbios están gustosos de propinar; el libro como objeto que no tiene valor (neumático usado) y que va a quedar chamuscado e ilegible tras el encuentro.
Es, sin duda, una buena idea que defiende la justicia y carga sobre su espalda años de sufrimiento para esos trabajadores, pero que podría expresarse de una manera menos agitada, y que podría aplicarse, también, al modo de proceder de determinados sectores que forman parte del Movimiento 15-M.
Mariela Bargueño Rodríguez
"BLOCKHOUSE, SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DE UN ESPACIO DE RESISTENCIA EN TIEMPOS DE INDOLENCIA"
Avelino Sala
Galería Raquel Ponce
Se trata de una obra crítica, con una fuerte vertiente social que perfectamente podría adaptarse a los acontecimientos actuales ocurridos en toda la Península con el movimiento 15-M. Es una obra que pretende alzar la voz de esos encapuchados, representados en aquella pequeña figura de aspecto underground que crece notablemente apoyándose sobre una pila de libros lacados en color negro. Estamos ante una obra simbólica, de protesta, en la que el ciudadano de a pie aparece ante un grupo de policías a los que se va a enfrentar con la ayuda de esas fuentes de conocimiento sobre las que la figurilla se reafirma. Encontramos también en la sala, un conjunto de no menos que 500 libros, a modo de barricada, los cuales, también pueden ser leídos y, tras ellos, se ve un Sapere Aude; en una caligrafía al más puro estilo del misterioso Bansky. Esta frase es una expresión latina que podríamos traducir por “ten el valor de usar tu propia razón”. Y es que esta barrera literaria cual barricada de neumáticos ardiendo es la que protege simbólicamente de la tropelía que abraza, y es justo eso lo que Avelino Sala quiere hacer llegar al público. Un arte que refleje la política y la historia, impregnado de un espíritu de conocimiento y sabiduría; como arma contra la manipulación y la injusticia que nos brinda la crisis actual, un panorama no tan artístico en el que ese fatídico 5 millones acompaña a la palabra parado.
Es interesante el uso de las acuarelas en las que Avelino Sala representa esas grúas que cubrían los cielos de Gijón, de esos rostros urbanos cubiertos por capuchas, o ese tirachinas, tan infantil y canalla, o la imagen del periódico El País, cuanto menos inquietante, la cual me ha hecho preguntarme el por qué de su presencia.
Tirachinas, grúas industriales, jóvenes encapuchados…Todo ello en contraposición a la delicadeza de la acuarela y lo académico del latín. Es también destacable, la disposición de la barricada literaria que coloca al espectador en un primer momento como el enemigo; los visitantes han de interactuar con la pieza para interpretar los diferentes papeles.
Sin embargo, aún estando de acuerdo con Avelino Sala en que la cultura siempre ha sido enemiga del poder y amiga del pensamiento crítico e individual no me parece para nada adecuado el método usado a la hora de expresar el mensaje. Botes de spray con sus correspondientes graffittis, personajes encapuchados… Todo ello símbolos de tono violento y tenso que perfectamente pueden ser identificados con el término vandalismo. Un modo de exigir las cosas que se puede asemejar al modus operandi de los opresores. El tema de los libros, en referencia a los neumáticos que sirven de protección a los manifestantes, puede situar a los volúmenes en una posición de impureza que sirve como escudo para recibir los golpes que los antidisturbios están gustosos de propinar; el libro como objeto que no tiene valor (neumático usado) y que va a quedar chamuscado e ilegible tras el encuentro.
Es, sin duda, una buena idea que defiende la justicia y carga sobre su espalda años de sufrimiento para esos trabajadores, pero que podría expresarse de una manera menos agitada, y que podría aplicarse, también, al modo de proceder de determinados sectores que forman parte del Movimiento 15-M.
Mariela Bargueño Rodríguez
"BLOCKHOUSE, SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DE UN ESPACIO DE RESISTENCIA EN TIEMPOS DE INDOLENCIA"
Avelino Sala
Galería Raquel Ponce
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