miércoles, 12 de octubre de 2011

La necesidad de encontrarnos con el vacío.

Si, con frecuencia entramos a una exposición y nos preguntamos y esto, ¿qué es?, intentando escudriñar el aspecto de las obras, su significado. A lo mejor es lo que es, lo que hay y lo que se siente al verlo. Ballester nos expresa claramente sus intenciones en esta exposición.

Generalmente hablamos de la abstracción y de la figuración por separado, pero que forman parte de un todo humano. ¿Por qué renunciar a una de ellas? Son dos aspectos de la realidad que se existen y que se necesitan el uno al otro, que no se pueden desligar. Hay como una especie de obsesión por catalogar si esto es figurativo o aquello abstracto, Ballester lo supera. Busca una unión, una fusión, una síntesis entre lo fotográfico y lo pictórico, entre la abstracción y la figuración.

La presencia humana es indirecta, no es tangible, incluso borra a personas de las fotografías. Lo humano está presente a través de las huellas que deja a su paso. La arquitectura aparece como una huella de la humanidad, una elaboración de un mundo artificial que se ha diseñado con una utilidad. Gusta por la arquitectura que contiene arte, el museo, y que también es arte en sí misma. Representa la otra mirada del edificio. Espacios en los que en una vista rápida y superficial no nos fijamos, Ballester nos hace fijarnos, nos dice: eh! Mira esto, ¿lo habías mirado antes así?, ¿con detenimiento, con intensidad?, ¿y que reacción te produce?

Ballester también realiza audiovisuales, como “La calle sin fin”, en el que no se siguen leyes de circulación, pero sin embargo hay armonía entre los viandantes, los ciclistas, los automóviles…borrosos en el movimiento de la ciudad, solo está la linealidad humana que fluctúa. Al igual que en su fotografía, aparece la figura humana sin identificación

Es más sugerente la presencia humana a través de su rastro que si estuviese presente de verdad, como el rastro de la pulidora en el Museo Arqueológico Nacional. Y ya es la imaginación del espectador que pueda recrear su imaginación en esos entornos. De hecho, eso es lo que quiere el artista, esa es su intención.

El tamaño de la obra es importante porque guarda relación con el tema, cada tema requiere una escala, esto está muy presente en toda su obra. Con temas arquitectónicos, se presenta a gran escala. Los formatos alargados lo que hacen es ampliar la visión, también utiliza las panorámicas que son muy útiles para representar esa sensación de amplitud y grandiosidad. Pero cuando quiere reflejar aspectos de la intimidad o más personales utiliza el pequeño formato. La idea del tamaño es muy importante, lo tiene siempre presente en su obra. Las fotografías dialogan unas con otras, las de pequeño formato y las de gran formato, y por el tema, poniéndose en contraposición dos del mismo tema, una y otra visión.

Sus fotografías están llenas de líneas abiertas que nos presentan esa idea de infinito, incluso en una fotografía, la forma que tiene la escalera sugiere la representación gráfica de un límite que tiende hacia el infinito. Y también, al mismo tiempo, aparece el vacío que tiene ese punto inquietante, de “la necesidad de encontrarnos con el vacío”, es como encontrarse con uno mismo, perdernos en el vacío para encontrarnos. Por eso “el vacío llena mucho”, como dice el artista, es una paradoja, y puede parecer una contradicción, pero llenar de vacío la realidad, tiene mucho sentido para el artista, y está presente esta idea en la exposición.

No hace falta añadir nada más, solo nos queda zambullirnos su fotografía.

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