jueves, 13 de octubre de 2011

CUANDO LA FOTOGRAFIA ES LO REAL

Siempre el ser humano se ha preguntado por la fotografía como esa forma tan fidedigna de reproductibilidad técnica. Walter Benjamin en su ensayo “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” se formulará varias tesis sobre la importancia de la fotografía como medio de reproducción, sobretodo como medio que puede remplazar perfectamente a la pintura mas naturalista. Como hoy en día seria la de Antonio López. La cual no sería más que un pastiche que intenta acaparar los hallazgos de la fotografía.
Lo interesante del fotógrafo José Manuel Ballester en esta exposición es que no solo consigue elevar a la fotografía al elemento superior de reproducción. Sino que consigue hacer ver la verdadera realidad del mundo que nos rodea a través de un click. Un mundo lleno de arquitecturas sinuosas, como las del Pabellón español de Shanghái, las nuevas construcciones que se están realizando en Sao Paolo o en Pekín.
Pero la idea del artista madrileño no se queda ahí. Centrará sus ideas en aspectos tan particulares y verdaderos como los interiores de los edificios, interiores que a priori no nos dicen nada, como ese baile cromático en el interior de los museos del MOMA y de Burgos en los cuales no aparece ni una sola de las obras que poseen. Pero que son la realidad que nos rodea continuamente. La presencia a lo largo de toda la exposición de diferentes tramos de escaleras o rampas de garajes nos quiere hacer participes de la obra.
Ballester quiere convertir a la fotografía en un valor inigualable. Como aquel elemento que consigue resaltar la realidad que nos rodea. Las numerosas escaleras que tenemos que subir o bajar en nuestra vida. Los tramos de oscuridad que encontramos y que poseen siempre un punto de salida. Como queda reflejado en una sucesión de obras del artista. Incluso esa idea de sacar objetos de nuestro subconsciente a través de los propios elementos de construcción. Como esa figura que parece ser un avión, la cual queda resaltada a través de los huecos que dejan en el cielo los diferentes edificios y arboles.
Esa idea de interrelacionar los aspectos más visibles de una arquitectura, como son los exteriores (la primera parte de la exposición) con ese juego de escaleras que son los entresijos de la arquitectura y de la propia vida de las personas convierten a esta exposición como un medio de búsqueda de la verdad a través de una realidad bastante palpable.

El genial filosofo francés Roland Barthes exponía en su obra “La cámara lucida” lo peligrosa que era la fotografía porque era capaz de extraer la verdadera realidad del mundo que nos rodea. La fotografía poseía un “un punctum” para Barthes. Este “punctum” era la parte fundamental de la fotografía, en torno a la cual giraba toda la composición. José Manuel Ballester consigue que esa parte fundamental en torno a la cual gira la obra seamos nosotros, ni los tramos de escaleras, las rampas, ni los interiores de los museos son el punctum de Barthes. Para nosotros están realizadas las arquitecturas, para que nosotros nos hagamos participes de ellas. Las escaleras de un museo necesitan que sean pisoteadas por nosotros cada día.
Esa es la verdadera idea del artista madrileño. Hacernos ver a través de la realidad que nosotros constituimos la parte fundamental de la fotografía. Somos la realidad más consciente de la composición. Y sin nosotros por muy reales que puedan ser las obras, la exposición carecería de todo el sentido por la que está realizada.


JOSE MANUEL BALLESTER. La abstracción en la realidad. Sala Alcalá 31. Roberto Jesús Díaz Jáuregui

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