martes, 4 de octubre de 2011

Empatía por la resistencia

La exposición que nos ocupa se titula: “BlockHouse. Sobre la construcción de un espacio de resistencia en tiempos de indolencia” y está realizada por el artista Avelino Sala (Gijón 1972).

En ella podemos encontrar dibujos a lápiz, acuarelas, gouaches y montajes escultóricos con una clara intención ideológica.

Así mismo encontramos pintadas realizadas con spray con mensajes que invitan a la acción, y escritos en latín, lengua muerta representante de lo culto, para enfatizar el significado de estas frases.

Es curioso esta dualidad que vemos en lo culto del latín, y lo contemporáneo del grafitti.

Observamos personajes encapuchados, y en contraposición soldados, como representantes de posturas ideológicas contrarias.

Las trincheras que se realizan a modo de escultura están formadas por libros, a modo de metáfora como ya se explica en el folleto de la exposición, y viene a jugar con la idea de que solo mediante la cultura, podemos defender nuestros derechos individuales y sociales.

Las piezas de juguetes de soldados, junto a los personajes militares de las paredes, vienen a mostrar parte del problema que debemos combatir, como una metonimia de la opresión universal.

En otra parte del recorrido se representan hombres encapuchados con barricadas de neumáticos que están ardiendo.

Esto hace clara referencia a los sucesos ocurridos en los astilleros de Gijón en los que los trabajadores de la Naval luchaban por no perder sus puestos de trabajo.

Así mismo se pueden encontrar paralelismos, con los movimientos ciudadanos ocurridos primero en Oriente, y después en Occidente, como en España con el movimiento del 15M, en un trasunto por la lucha de clases y el movimiento obrero.

Este movimiento obrero viene claramente referenciado en pinturas de colores amables, y con elementos tan simples como tuercas (trabajo de las fabricas), cardos del campo (trabajo campesino), un joven con los emblemas comunistas de la hoz y el martillo y de la estrella comunista, o un periódico, que en esta caso es El País, no por casualidad, sino por su vinculación con la izquierda política.

En definitiva no nos encontramos con mensajes que intenten despertar una conciencia social y política de un modo claramente violento, exceptuando tal vez la representación de los neumáticos en llamas, aunque tampoco podíamos tildarlos de escaparate del fanatismo.

Y mucho menos, son parte de una iconografía que busca la superación del individuo de una manera ñoña, y carente de sustancia.

Pero tal vez, su mayor virtud, (la fácil compresión por parte del visitante de la exposición) es al mismo tiempo su mayor defecto, porque al asociarlo sin tapujos con la clase obrera no podemos dejar de lado los clichés político-histórico que ya tenemos en mente.

Quiero decir que a veces es mejor criticar al “enemigo” que el auto ensalzamiento.

Desde luego la exposición está precisamente pensada para que el visitante empatice con lo representado, se sienta parte de algo, de un pensamiento que le incluye, que piensa en él, y que además necesita de nosotros mismos como individuos para retroalimentarse y consolidarse.

Pero a veces esto puede caer en el autobombo, y en el victimismo, y por ello creo que es mejor representar claramente el origen de ese “mal”, las circunstancias penosas a las que una determinada situación empuja a esa masa de la sociedad, que representarse a sí mismo como el bueno del conflicto, por más que sea cierta esta condición de víctima.

Por ello he echado en falta, una crítica más dura, una mayor representación de “la otra parte del conflicto”, aunque no desmerezco ni las condiciones artísticas de Avelino, ni su enfoque sobre cómo hemos de construir esa resistencia, que nos muestra un camino cimentado en la cultura, que puede resumirse en una frase: Lucha, pero antes de luchar, estudia.

Sara Ruano Rodríguez.

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