Llega la tarde, te vistes, te preparas y sales de casa. Una hora de cercanías y diez minutos caminando para darte el lujo de pasar una tarde artística viendo galerías de exposiciones por Madrid, y esperando volver a casa con la satisfacción de que ese largo viaje en el saco de amargados como es cercanías haya merecido la pena.
Es entonces cuando en pleno pulmón artístico de Madrid, comienzas a ver numerosas galerías llenas de exposiciones tentadoras para entrar y disfrutar un poco del arte contemporáneo que abarca las pequeñas calles del barrio de las letras. En una de estas galerías, como es la de Raquel Ponce, aparece la exposición de Avelino Sala, un joven de Gijón que intenta representar en unas cuantas acuarelas y dos esculturas, un debate político social que se ha estado desarrollando en nuestro país desde hace unos meses de manera más intensa, y que él mismo ha presenciado y vivido.
Sin embargo, la sensación que Avelino consigue en esta exposición es que esa pequeña galería parezca de un tamaño desmesurado debido a la escasez de obras que lo contienen. Alguien diría ´´con pocas imágenes se pueden decir muchas cosas`` si, pero no es el caso de Avelino. Consigue un vacio artístico, ya que la primera llamada de atención es fuerte, pero no consigue que te introduzcas en el tema, puesto que la exposición la componen unas cuantas obras nada más. Además, -y puede que se deba a mi ignorancia- hasta no leer la explicación de la exposición, no tienes una idea clara de lo que estás viendo, y parece que te encuentras en medio de una galería de fotos de las tortugas ninja, donde los rostros tapados de todos los personajes no parecen más que una manera de ocultar una falta de técnica. Todo esto se acompaña de unas frases en latín que o bien no quieren mostrar su significado o es una manera más de llamar la atención en una exposición lineal, vacía y carente de alicientes.
Sin embargo no todo es malo, la idea de Avelino sala, aunque no es una idea innovadora en las exposiciones de hoy día, sí que está tratada de una manera diferente ya que su materia prima, basada en papel y acuarela, hace que tenga un punto de vista más ingenuo sobre un tema que une el arte contemporáneo y un punto de vista más urbano.
Es una exposición escasa desde el punto de vista de que al entrar, te encuentras en una primera planta, sin saber que ya te encuentras dentro de ella, y bajando unas escaleras, una planta baja donde aparecen unos pocos cuadros realizados en papel y acuarelas que dejan intuir un poco lo que estás viendo, pero que sin embargo no consiguen que se te vaya la vista al almacén que guarda otras obras de exposiciones anteriores y te evadas de lo que has ido a ver en realidad, debido a que lo trata desde un punto de vista muy simple, vago e infantil, no provocado.
Cuando sales de la exposición te sientes con ganas de haber visto más, más y mejor expresado, pero sin embargo sales de esa pequeña galería que dentro te parecía enorme, con la sensación de no haber visto nada, o de no haber entendido nada, con la esperanza de que en la galería de al lado continúe la exposición.
Como conclusión, el artista asturiano, deja una muestra de un punto de vista muy personal, basada en una vivencia propia, tratada a diestro y siniestro hoy en día, pero que resulta quedar como poco, escasa.
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