jueves, 13 de octubre de 2011

DUALIDADES DE LO REAL

DUALIDADES DE LO REAL

El Premio Nacional de Fotografía 2010 y Premio de Fotografía de la Comunidad de Madrid en 2008, José Manuel Ballester (Madrid, 1960) expone en la sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid “La abstracción en la realidad”, una colección de fotografías de diverso formato y un audiovisual con la arquitectura como motivo, en la que muestra al público su capacidad de comprensión de la dimensión espacial.

Con la dualidad del título “abstracción en la realidad” Ballester ya nos muestra su objetivo de aunar estos dos aspectos de la realidad, dos aspectos de la condición humana que no tienen porqué estar separados, intentando reconciliar abstracción y figuración, lo fotográfico con lo pictórico.

Son fotografías de espacios arquitectónicos en las que la presencia humana se encuentra ausente directamente, pero presente indirectamente. Apreciamos la presencia humana a través de las huellas que deja el hombre: la Arquitectura. Transmitiéndonos así conceptos como lo efímero, lo pasajero del hombre. Y por la contra, siempre jugando con la idea de dualidad, consigue retratar el instante de tal manera que las fotografías transmiten sensación de atemporalidad. En la obra expuesta se observa una exhaustiva investigación sobre conceptos fundamentales en la obra del artista como son el espacio, la luz y el tiempo muy presentes en las creaciones de los últimos años José Manuel Ballester, que no trata de reflejar una obra de arquitectura sino utilizarla para crear su propia visión. Las arquitecturas de Ballester aparecen como una puesta en escena a modo de escenarios preparados, planificados minuciosamente desde el encuadre, la luz y el acabado, lo que le permite encontrar la perfección dentro de una determinada arquitectura: una pared, un pasillo, una puerta o un espacio vació a medio construir. Cuelgan algunas fotografías en color, con un cromatismo brillante y saturado, y otras realizadas en blanco y negro, algunas netamente geométricas, de líneas puras, en las que la luz es la principal protagonista.

Esa ausencia del individuo de la que hablamos puede producir de nuevo una dualidad de sensaciones. El vacío puede resultar inquietante, angustioso o puede transmitir una sensación de paz, de espacio donde encontrarse a uno mismo, condiciones de nuevo de la realidad. Es un vacío que llena todo el espacio arquitectónico, y que Ballester nos muestra que este vacío puede ser más sugerente que la propia figura humana en sí.

Ballester se sirve de grandes formatos y otros más pequeños, adecuándose el tamaño al contenido de la obra. Utiliza el gran formato de hasta tres metros para reflejar mejor la escala de grandes espacios arquitectónicos, y un formato más reducido para espacios más íntimos.

Resulta difícil reconocer, en estas imágenes, interiores del Museo del Prado, el Teatro Real, la Ciudad de la Cultura de Galicia, el MoMA, el Museo Reina Sofía o el Rijksmuseum de Ámsterdam, pues la imágenes se centran más bien en detalles, la intersección de tres líneas al formar una esquina; el punto de fuga de una pasarela al dibujar una curva; el haz de luz que entra por un ventanal iluminando una pared desconchada; una sucesión de ventanas en una habitación desnuda, etc. Pero si se puede intuir en algunos casos una reafirmación de la función del lugar capturado en la fotografía, como la del Museo de Arte Contemporáneo Reinas Sofía, con el piso roto, que se asemeja a una escultura minimalista de Carl André, por ejemplo, la del interior del aeropuerto de París con unas líneas que recuerdan a la aerodinámica de un avión, o la del Rijksmuseum que con ese colorido nos puede remitir al mundo de lo pictórico.

Eduardo Serantes Regueira

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