Las famosas barricadas de los trabajadores de naval gijonenses están presentes en la instalación realizada por Avelino Sala en la Galería Raquel Ponce. Dejando constancia tanto de sus orígenes como de su compromiso político-social, este joven pero activo y fecundo artista con BlockHouse. Sobre la construcción de un espacio de resistencia en tiempos de indolencia propone una lucha sustentada en los libros, en pro de una actuación sin violencia pero reivindicativa con la cual se pueda resolver cualquier movimiento de reacción, más allá de los de Gijón.
El artista intenta mostrar la dualidad existente en los conflictos sociales, ya que el mundo de la calle a menudo se ha visto reñido con la palabra, el diálogo y la cultura, demostrando que esto no tiene porque ser así y apostando por una imbricación de ambas armas: el espíritu de la resistencia y el saber para obtener mejores resultados, ya que como apunta la mítica frase: “el saber nos hará libres”. Por tanto, hace una instalación que podríamos denominar didáctica (a la manera clásica), ya que tiene un mensaje muy claro, bastante simplista, pero que cumple con lo que el artista pretende, que es trasmitir un concepto básico al público. El concepto de barricada ya lo había utilizado en otras ocasiones, como en El hombre de la trinchera de 2004, pero el matiz diferencial entre ambas, el cambio de neumáticos por libros, hace que esta nueva obra tenga un valor que trascienda los límites de la resistencia y lo lleve a un concepto global e intemporal que descubre el modo más óptimo de lucha.
La dualidad de la que hablaba está patente tanto en el contenido como en las técnicas utilizadas. Por una parte, se compone de una barricada metafórica formada por libros, pero que están pintados con espray (“alta cultura”-“cultura urbana”), y por otra parte, una escultura de un joven con estética urbana, sin más armas que los libros sobre los que se eleva (otra vez, “alta cultura”-“cultura urbana”), que se enfrenta a los bien armados antidisturbios. La escultura me recordó, salvando las distancias, al protagonista de V de Vendetta, y es que ambos tienen una fuerza reivindicativa enorme pero ambos se sustentan en la cultura. Este carácter de cambio desde la racionalidad se ve reforzado por los escritos en las paredes en espray, a modo de pintadas callejeras pero, sin embargo, con citas de Virgilio, Séneca o Erasmo en latín, la lengua culta por antonomasia (volviendo otra vez a esta dualidad). Como en su Proyecto Ícaro conjuga la tradición clásica con el lenguaje urbano, patente en toda su obra. Mostrando así que ambas caras pueden convivir en una misma moneda, complementarse y hacerse así más fuertes.
Respecto a la técnica, el artista mantiene esa misma dualidad, cuando la vi, eché en falta algún video, ya que el artista también los realiza y podrían haber sido más impactantes, aunque si lo miramos desde el punto de vista de esta dualidad es lógico que no lo incluyera. El negro de la pared y de los elementos ocultos bajo espray se contrapone con el apacible y bello color de las acuarelas y gouaches, poniendo de este modo de manifiesto como las dos realidades han convivido en el puerto de Gijón- la belleza del entorno y la violencia de las actuaciones- y por otra parte, la técnica revolucionaria de la fotoescultura se contrapone con la técnica más tradicional del arte: la acuarela, que además utiliza para un tema que normalmente se habría tratado en fotografía documental.
La visión de toda la instalación, y más acompañada de un maravilloso Gin Tonic, que se nos ofrecía en la misma galería, nos aporta una positiva experiencia, a modo de catarsis, que guía hacia el camino de la regeneración. Aunque todos seamos conscientes de la poca trascendencia que tendrá esta exposición en realidad, es sano pensar, aunque sólo sea un momento, en la lucha que nos propone Sala: una respuesta ante la crisis que sufrimos, defendida en una “trinchera intelectual”.
* "arte comprometido" en "latín" según el google traductor...
Gemma Cobo Delgado
Galería Raquel Ponce.
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